Detector De Radón Para Instalaciones Industriales Y Viviendas Unifamiliares | RADET-86

El radón es un gas sin olor ni color que se genera de forma natural principalmente por la desintegración radiactiva del uranio presente en el suelo y las rocas, aunque también puede estar presente en los materiales de construcción (hormigón, ladrillos y piedra natural) y en el agua procedente de pozos, emitiendo partículas Alfa y desintegrándose en Polonio y Plomo.

Las principales vías de entrada de este gas a los edificios son a través de grietas, juntas, sumideros, desagües, huecos alrededor de tuberías, cables o simplemente por la porosidad de los distintos materiales empleados en su construcción.

Las mayores concentraciones se detectan en sótanos, bodegas y, sobre todo, cuanto más profundo sea el recinto en relación con el nivel del suelo.

La unidad de medida en Europa es el Becquerel (Bq/m3) y en América el Picocurí (pCi/l). La exposición continua a este gas incrementa el riesgo de contraer algunos tipos de cáncer, especialmente el de pulmón, defectos genéticos o alteraciones en la sangre.

La OMS lo ha incluido en la lista de cancerígenos del grupo 1. La guía de seguridad GS 11-02 del CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) recomienda un nivel de referencia de 300 Bq/m3 de promedio anual. 

Asimismo, a la espera de la transposición de la directiva europea 2013/59/Euratom, invita a los estados miembros a este mismo valor de referencia para lugares de trabajo y hogares.

La OMS recomienda un nivel máximo de exposición continua de referencia de 100 Bq/m3 para minimizar los riesgos para la salud. Este es un nivel de referencia, no el límite permitido, sino un valor que no es recomendable superar, teniendo en cuenta que es perjudicial para la salud en función del tiempo de exposición.

El periodo de desintegración del radón es de entre 3 y 4 días y la mejor solución para hacerlo desaparecer una vez detectado es ventilar adecuadamente el recinto, abriendo puertas y ventanas o mediante extracción mecánica.